Pero pasar pasa , incluso para mí .

lunes, 4 de mayo de 2009

Permaneció plantado en medio de la cocina, de nuevo convertido en la estatua de un Adonis, mirando con expresión ausente por las ventanas traseras. Luego, volvió a posar los ojos en mí y esbozó esa arrebatadora sonrisa suya.

-Creo que también tú deberías presentarme a tu padre.

-Ya te conoce - le recordé.

-Como tu novio quiero decir.

Le miré con gesto de sospecha.

-¿Por qué?

-¿No es ésa la costumbre? - preguntó inocentemente.

-Lo ignoro -admití. Mi historial de novios me ofrecía pocas referencias con las que trabajar, y ninguna de las reglas normales sobre salir con chicos venía al caso-. No es necesario, ya sabes. No espero que tú... Quiero decir, no tienes que fingir por mí.

Su sonrisa fue paciente.

-No estoy fingiendo.

Empujé el resto de los cereales a una esquina del cuenco mientras me mordía el labio.

-¿Vas a decirle a Charlie que soy tu novio o no? -quiso saber.

-¿Es eso lo que eres?

En mi fuero interno, me encogí ante la perspectiva de unir a Edward, Charlie y la palabra novio en la misma habitación y al mismo tiempo.

-Admito que es una interpretación libre, dada la connotación humana de la palabra.

-De hecho, tengo la impresión de que eres algo más -confesé clavando los ojos en la mesa.

-Bueno, no creo necesario darle todos los detalles morbosos -se estiró sobre la mesa y me levantó el mentón con un dedo frío y suave-. Pero vamos a necesitar una explicación de por qué merodeo tanto por aquí. No quiero que el jefe de policía Swan me imponga una orden de alejamiento.

-¿Estarás? -pregunté, repentinamente ansiosa-. ¿De veras vas a estar aquí?

-Tanto tiempo como tú me quieras -me aseguró.

-Te querré siempre -le avisé-. Para siempre.

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