Hice un esfuerzo coordinado para concentrarme. Había algo que quería decir, lo más importante.
Muy cuidadosamente, con tanta cautela que el movimiento apenas fue discernible, saqué el brazo derecho de mi espalda y alcé la mano para tocar su mejilla. No me permití que el color perlado de mi mano, la suave seda de su piel o la descarga eléctrica que silbaba en las puntas de mis dedos desviaran mi atención.
Clavé mis ojos en los suyos y escuché mi voz por primera vez.
- Te amo - le dije, pero sonó como si lo hubiera cantado. Mi voz replicaba y resplandecía como la de una campana.
Su sonrisa en respuesta me encandiló mucho más que antes, porque ahora podía verle de verdad.
- Como yo a ti - contestó él.
Tomó mi rostro entre las manos e inclinó el suyo hacia el mío, con la lentitud suficiente para recordarme que debía tener cuidado. Me besó, con la suavidad de un suspiro al principio y después con una pureza repentina, con fiereza. Intenté recordar que debía ser cuidadosa con él, pero era un trabajo muy duro de hacer memoria de nada bajo el asalto de la sensación, muy difícil mantener ningún tipo de pensamiento coherente.
Era como si no me hubiera besado nunca antes, como si fuera nuestro primer beso. Y la verdad era que jamás me había besado así.
Stephenie Meyer , Amanecer-Capítulo 20:Nuevo
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